Vivir agradecido
Ser una persona agradecida indudablemente es una virtud. Quien carece de esa virtud, no mide las implicaciones que esto tiene y desde mi perspectiva tiene una desventaja importante en la vida, ya que quizás para la mayoría de la gente sea una de las características más difíciles de tolerar.
Algo que tengo claro, es que me educaron de una manera en la que para mi es algo natural y espontáneo, no me imagino viviendo sin agradecer a la gente que me rodea una y otra vez por cualquier detalle, de hecho cuando reflexiono un poco sobre las cosas que me molestan de la gente, quizás sea convivir con gente malagradecida., simplemente me rebasa.
A mi me parece que hay que dar gracias constantemente a Dios, la gente, a la vida, . No solo por lo que consideramos bueno y agradable, sino por cualquier cosa: Por aquello que a veces nos duele, pero que nos hace crecer, por aquello que a veces no comprendemos, pero que nos hace reflexionar, por aquello que pudiésemos digerir como un castigo o una mala consecuencia, pero que nos hace madurar, por aquellas cosas significativas, que llegan a cambiar el rumbo de una vida y que son parte de nuestro desarrollo como seres humanos. También por aquellas pequeñas cosas o detalles, que nos alegran la vida y que quizás no nos demos cuenta, pero que es posible que también cambien el rumbo de nuestra vida, al inyectarnos positivismo y alinearnos en una mentalidad positiva que nos permite entrar en una vibración que nos lleva y nos mantiene dentro de un circulo virtuoso.
Estoy convencido de que son las pequeñas cosas o los detalles los que nos van impulsando a vibrar positiva o negativamente y que juegan un papel importante en la actitud que vamos tomando hacia la vida y que de alguna manera de todos esos detalles se va componiendo una vida y como bien explican en aquello que llaman el efecto mariposa, verdaderamente creo que un pequeño detalle una sonrisa, un gesto amable, en verdad pueden cambiar el rumbo de una vida.
Ahora mismo, estoy encantando con algo que disfruto inmensamente todos los días y se trata de escuchar a mi hija Natalia que tiene un año y dos meses. Natalia habla escasamente cuatro palabras: “Agua, Papá, Mamá y GRACIAS” las menciono en lo que considero fue su orden de aparición, pero lo que verdaderamente me fascina es la espontaneidad con la que utiliza la palabra “Gracias”. Por supuesto que no la articula bien, ni siquiera podría escribir exactamente como la pronuncia, pero el hecho es que la usa mucho, oportuna y adecuadamente; cuando se le da un objeto o cuando le dan algo que le gusta, sin pedírselo y de manera espontánea sonríe y simplemente dice: “GRACIAS”.
No cabe duda que es la palabra que mas usa y a mi eso me encanta. Es tan pequeña, que sorprende que la use y que lo haga con tal asertividad.
Creo que si me preguntasen ¿que espero de mis hijos? Yo diría dos cosas: ¡que sean felices! y que ¡sean personas agradecidas!, me parece que ambas cosas van estrechamente relacionadas, no me imagino a una persona agradecida que no sea feliz y en cambio no imagino a una persona mal agradecida siéndolo.
Es posible que vivir agradecido signifique lo que en el Cristianismo se conoce como “Vivir en la gracia de Dios”. Si hoy tuviese que agradecer a Dios por algo, lo haría ¡por todo!. Acabo de tener un accidente de tráfico, por un descuido, mis dos pequeños tesoros de tres y un año de edad viajaban conmigo, mi hijita, la más pequeña ni siquiera se despertó. Con mi auto embestí a un taxi y todo concluyó en daños meramente materiales, el mismo accidente con diferencia de segundos, pudiese haber tenido consecuencias fatales… por ello: ¡Doy gracias a Dios! y me siento infinitamente agradecido.
Estoy consciente de que hay que tratar de desechar la expectativa de nuestras vidas y que no debemos de esperar nada de nadie, pero que bello es cuando alguien como resultado de una acción nuestra, nos mira a los ojos y nos dice sinceramente y desde lo profundo de su corazón: “GRACIAS”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario