Una Nueva Generación de Transferencia del Liderazgo
Dejando un Legado Duradero
Por: ALBEIRO NOVOA
Nos encontramos en un
momento crucial en la historia, donde la antorcha del liderazgo está
pasando a una nueva generación. En el pasado el liderazgo espiritual se
transmitía de generación en generación. Las generaciones más jóvenes
reconocían la necesidad de obtener de las experiencias de la vida de sus
antecesores, la sabiduría y el consejo, y así obtener su impartición, bendición
y favor.
En nuestra cultura
independiente de ritmo acelerado, somos presionados algunas veces para ver ese
tipo de tutoría llevándose a cabo hoy. Pero hay una nueva
generación de líderes que no solo lo necesitan, sino que lo desean de nosotros.
Un
ministro joven dijo, " fui salvo, me crié en la iglesia, me descarrilé,me reafirmé,y luché por años porque no tuve un padre espiritual" El
ministerio que él encabeza hoy está enfocado en la paternidad espiritual.
“Si no es relacional”, dijo, “no lo hacemos.”
Otro líder mencionó que
los padres pueden reconocer los dones en sus hijos, pero no siempre saben cómo
guerrear por su destino. Un pastor lo dice de esta manera. “A
menudo, existe un tesoro dentro del corazón de los jóvenes, pero no lo
reconocen, así es que van en busca del tesoro en el corazón de alguien
más. Un padre espiritual tiene que ayudarles a ver el tesoro en su propio
corazón.”
Esta siguiente
generación y generación emergente de líderes están llenas de visión y
pasión. De hecho, puedo ver a Joel 2 y Malaquías 4 en el Antiguo
Testamento, así como Hechos capítulo 2 en el Nuevo Testamento, dándonos una
mirada a esta generación emergente. Es una Generación de líderes
jóvenes visionarios y apasionados, facultados por los sueños y sabiduría de la
generación anterior, unidos por los propósitos del Señor.
En los días de Eliseo,
un gremio de pastores y sus hijos, reconocieron el manto de liderazgo y
paternidad que estaba sobre él. Se encontraron a sí mismos limitados y
deseaban ir donde pudieran crecer y construir. Le pidieron a Eliseo su
bendición para ir. Se le pidió a él ir con ellos. Cuando perdieron
la cabeza del hacha (2 Reyes 6:5), le pidieron sabiduría y dirección. Él
simplemente les pidió que lo llevaran a donde la habían perdido.
De la misma manera, hay
veces cuando perdemos el rumbo, nuestra visión se vuelve nublada o nuestra
pasión decrece, y necesitamos reflexionar sobre donde lo habremos
perdido. A menudo, cuando los líderes vienen a pedirme consejería o
dirección, hago una pregunta similar. “¿Dónde piensas que has perdido tu
rumbo, tu pasión, tu visión?”
En mi juventud, a pesar
de que estaba lleno de visión y pasión por los propósitos de Dios, muy pronto
comprendí la necesidad de tener sabiduría y favor de aquellos que habían estado
antes que yo. Se habían colocado los fundamentos, se habían hecho
sacrificios y el precio se había pagado para que nosotros pudiéramos
construir. No podemos edificar sobre cimientos defectuosos. Nuestro
futuro está conectado a la forma en que honramos o deshonramos aquellos que se
han ido antes que nosotros. La conexión tiene que ver como la generación
anterior nos bendice y libera a la generación emergente.
La gente servirá y hará
sacrificios por lo que les apasiona. Podemos ser contratados para hacer
un trabajo y recibir un sueldo, pero solo dejaremos un legado duradero a la
Gloria de Dios cuando nuestra visión sea mayor que nosotros mismos. Los
empleados pueden vivir con un sueldo, pero los visionarios y soñadores de Dios
viven para hacer la diferencia y dejar un legado a las futuras generaciones.
Hoy, más que nunca,
necesitamos una nueva generación de líderes que se encuentren con EL
diariamente para obtener Su perspectiva y ser dirigidos por Su Palabra.
Necesitamos líderes que reconozcan la necesidad de recibir una fresca
revelación de la Obra de la Cruz y el Poder de la Resurrección, para recibir
visión, sabiduría, claridad profética y una visión de Dios que les permita
dirigir a otros a un entendimiento de la verdad y propósitos de Dios.
A.W. Tozer, (El Don de
la Visión Profética), escribió acerca de la importancia de entender las
condiciones presentes. Él lo dijo bien, “Hoy necesitamos predicadores
proféticos; no predicadores de profecía solamente, sino predicadores con el don
de profecía…Necesitamos el don de discernimiento en nuestros púlpitos. No
es la habilidad de predecir la que necesitamos, sino el ojo ungido, el poder de
la penetración e interpretación espiritual, la capacidad de evaluar el
escenario religioso como lo ve Dios desde Su posición, y para decirnos lo que
hoy está sucediendo.”
Existe una necesidad
desesperada de un pueblo con capacidad profética que puede tanto iluminar la
palabra de Dios como interpretar los tiempos presentes. La escritura
habla de líderes como estos en I Crónicas 12:32. Los hijos de Isacar
entendían los tiempos y sabían lo que Israel debería hacer. El
entendimiento profético y la manifestación del espíritu de Dios ya no son
únicamente para unos pocos escogidos, como fue el caso del Antiguo Testamento,
sino que Dios está buscando dar poder a una nueva generación de líderes justos
si nosotros hemos de dejar un legado y pasar el manto del liderazgo a la
generación emergente.
Ezequiel (capítulo 22)
describe a una nación desobediente, muy parecida a lo que estamos viendo
hoy. Él describe cinco tipos de gentes—yo les llamo los cinco p´s—y que
todos se habían alejado de los caminos del Señor. El Señor, a
través de Ezequiel se dirige a ellos y llama a los Príncipes, los Políticos,
los Profetas, los Pastores (sacerdotes y ministros), así como el Pueblo por derramar sangre inocente
por la tierra, permitiendo que prevalecieran la corrupción y la
injusticia. Muchos estaban pasando por alto lo que sucedía a su alrededor
sobre su preferencia personal y ganancia. En el verso 30, el Señor dice,
“Busqué a un hombre entre ellos que levantara una pared, y que se parara en la
brecha delante de mí a favor de la tierra, para que no la destruyera, pero no
encontré a ninguno.” Hoy, Dios está buscando pastores, profetas y jueces
fieles que se levanten como una nueva generación de líderes justos.
Dios está levantando
una nueva generación de voces proféticas con valor. Necesitamos voces con
claridad profética con valor que resuenen desde los púlpitos de la tierra, así
como la justicia que se impregne a través de las paredes de los pasillos de los
políticos. Necesitamos príncipes, políticos, pastores, profetas y el
pueblo que amen a Dios y a otros más que a sí mismos. ¡Necesitamos
una generación de Samueles, jóvenes y ancianos para que se levanten!
Cuando Samuel
representó a una nueva generación de juez y profeta justo, él también llevó la
habilidad que Dios le dio de reconocer el llamado de dones en los líderes
jóvenes. Él fue usado por Dios para llamarlos a sus destinos. J.J.,
un ministro en College Station, Texas, me considera un mentor y padre
espiritual. Yo recuerdo haber recibido un recado de él diciendo, “En la
vida y ministerio de un hombre, yo creo que él debe ser señalado por grandes
hombres de fe”. Aun Jesús fue señalado por Su Padre. Doug, tu
viniste y me señalaste a mí. Hoy, J.J. y su equipo ministerial
están haciendo lo mismo, determinados que ninguna vida joven en su ciudad va a
deslizarse por las grietas.
Esta generación
emergente puede parecer extrema, radical, apasionada y llena de celo, pero
cuando son señalados por la generación mayor de samueles, pueden ser audaces y
llenos de poder para caminar hacia su destino. Como Juan el Bautista, el
Señor está llamando a una generación para que salga del desierto, vistiéndolos
con Su manto profético y para que sean portadores de justicia, pureza y
propósito. Están desesperados por un cambio y para los que vengan con
ellos para darles afirmación, aceptación y aprobación. Dios está
reuniendo la sabiduría y los recursos de la generación anterior con la pasión y
el celo de la generación emergente.
Esta generación actual
necesita más que nuestras palabras. Están necesitando
ver un avivamiento de carácter y autenticidad. Necesitamos
más que una renovada pasión y una búsqueda de la presencia de Dios que
encenderá un despertar de liderazgo. Líderes quienes como Samuel no se
fijen en las apariencias externas, sino en el corazón de aquellos a quienes Él
está llamando. Que podamos ver con los ojos del Espíritu para reconocer
el tesoro dentro de la generación emergente de líderes. La
forma como Dios mide el éxito y la grandeza no es la misma del hombre. El
éxito es dejar un legado duradero para la Gloria de Dios que vaya más allá de
nuestros logros humanos.
Nuestro verdadero
legado no es el resultado de los sermones que predicamos o en como muchos nos
siguen en twitter o los medios sociales. No es según la medida de nuestra
iglesia o ministerios. Las vidas que vivimos antes de entrar a los
portales de la eternidad determinarán la influencia que tenemos y lo que
dejemos para la siguiente generación.
Necesitamos líderes que
vivan vidas de humildad, santidad, honor y honestidad. Nuestra postura
privada afecta nuestra posición pública. Es lo que hacemos y quienes
somos detrás de puertas cerradas cuando nadie más nos ve, que determinan el
poder de Dios en nosotros—o la falta del mismo—en público. Nuestras
decisiones privadas si tienen consecuencias públicas y corporativas.
Que podamos ser
recordados que nuestro legado no es en ladrillo y mortero, sino en las vidas de
aquellos a quienes somos llamados a servir. Mientras los hombres buscan
tronos para construir sus propios reinos, Jesús buscó una toalla para lavar los
pies de los hombres. Mientras los hombres buscan lugares exaltados y altos,
Jesús, el Exaltado, dejó su Lugar Altísimo para buscar a los hombres.
Si hemos de dejar un
legado duradero y transferir el manto de liderazgo a la siguiente generación,
entonces nosotros mismos debemos comprometernos a más que construir nuestros
propios reinos. Que seamos como Samuel que representó a una nueva
generación de juez y profeta justo. Él tenía una habilidad dada por Dios
de reconocer el llamado y los dones en los líderes jóvenes. De la misma
manera, que podamos escoger y llamar a una nueva generación de líderes para que
entren a sus destinos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario